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Analogías esenciales entre artes y ciencias

Este texto pretende poner de manifiesto las grandes analogías ente las Artes y las Ciencias.

(Todas las imágenes que aparecen son obras del pintor holandés Johannes Vermeer, 1632-1675).

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Clio, musa griega de la Historia y la Poesìa.

 El músico puede cantaros el ritmo que existe en todo el ámbito, pero no puede daros el oído que detiene el ritmo ni la voz que le hace eco. Y el que le es versado en la ciencia de los números puede hablaros de las regiones del peso y de la medida, pero no puede conduciros a ellas. Porque la visión de un hombre no presta sus alas a otro hombre.”- K. Gibran

En nuestra cultura existe una contradicción entre los términos “estética” y “conocimiento”. Las polaridades que encontramos entre ellos se remontan a la concepción platónica de las jerarquías del conocimiento:

Platón creía que el conocimiento verdadero y seguro (episteme) no podía alcanzarse sobre la base de la información suministrada por los sentidos. Las razones, a su entender eran evidentes. Dado que las cosas materiales se encuentran en un estado de constante deterioro, todo conocimiento derivado de ellas debe, por fuerza, ser efímero, en

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Detalle “Mujer en la cocina”

el mejor de los casos, y engañoso, en el peor. Por otro lado, la información sensorial no es confiable. Para ilustrar cómo engañan los sentidos ponía el ejemplo de una varilla recta introducida en un dentro de un vaso de agua que parece curva. La varilla es recta, aunque aparenta ser curva. Para adquirir conocimientos confiables, creía Platón, debíamos apartarnos del mundo empírico captado por los sentidos y pasar al mundo de la abstracción. La forma de conocimiento más segura y confiable no se logra a través de la investigación empírica ni la información sensorial, sino mediante un ejercicio de nuestra racionalidad. Según Platón gracias a nuestras facultades racionales podemos percibir un círculo perfecto, aunque nunca lo veamos en el mundo en que vivimos. El conocimiento es más verdadero, confiable y seguro cuanto más  nos adentramos en lo abstracto.

El punto de vista de Platón ha tenido un profundo efecto no sólo en nuestra concepción de conocimiento, sino también en nuestra concepción de inteligencia. Ser inteligente significa, en nuestra cultura – sobretodo en la cultura de la escolaridad – saber manipular ideas abstractas. Uno de los más claros ejemplos se encuentra en el estatus de las matemáticas como materia escolar. La habilidad en matemáticas se suele considerar una manifestación primordial de inteligencia. La matemática, la reina  de las ciencias, es la apoteosis de la inteligencia humana.

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El astrónomo

Las materias basadas en información empírica, como las ciencias naturales y sociales, están en un escalón más abajo en la jerarquía intelectual. En matemática la verdad no requiere pruebas empíricas sino comprensión racional. Las ciencias, sin embargo, buscan las pruebas de su validez en el mundo empírico en deterioro.

En lo que se refiere a las artes y a las cosas hechas, el nivel de inteligencia requerido es de un rango aún más bajo. Y si la emoción y el sentimiento entran en el cuadro, la probabilidad de lograr un conocimiento confiable es incluso menor. Para Platón, la vida del sentimiento era, como las pasiones, un obstáculo para el conocimiento. La aspiración era la mente pura, libre de las trabas de la emoción y de las cualidades engañosas del mundo empírico.

Nuestra perspectiva actual del conocimiento y la inteligencia está en gran medida basada en la idea platónica.

Hoy en día aún hacemos la distinción entre ‘talento’ e ‘inteligencia’. El término  ‘talento’ se pone de manifiesto sobretodo en temas relacionados con el cuerpo, las artes y los deportes, por ejemplo. El término ‘inteligencia’ se aplica a quienes tienen la habilidad para la abstracción.

Considerando lo hasta aquí escrito, parece difícil recuperar el puesto en lo alto de la jerarquía del conocimiento que naturalmente corresponde a la Artes. Veamos algunas realidades evidentes que forman parte de la esencia humana y de nuestro proceso natural de aprendizaje e interacción con el mundo.

El ser humano es un buscador de estímulos. La estética es una importante fuente de estimulación. Las satisfacciones que brinda surgen cuando algo problemático se explora y finalmente se resuelve. La realización de una forma, desde el más sencillo castillo de arena hasta el más avanzado logro arquitectónico , es un proceso cargado de satisfacciones estéticas. Nuestra necesidad de variedad y estimulación se satisface, en parte, a través de la estética de la acción humana.

La estética no solo es motivada por la necesidad de estimulación; también la motiva nuestra necesidad de dar un orden al mundo en que vivimos. Formar es conferir orden.

Conferir un orden estético a nuestro mundo es darle cohesión, ajustarlo, sentirlo adecuado, equilibrar las cosas y crear armonía. Esa armonía se busca en todos los aspectos de la vida. En la ciencia es extraordinariamente vívida: la teoría es el resultado de nuestro deseo de crear un mundo que podamos comprender.

Tanto los científicos como los artistas son creadores de orden; los científicos a través de las relaciones creadas dentro del material teórico y los artistas gracias al ordenamiento cualitativo. Nuestra idea de lo correcto, como nuestro sentido de justicia, tiene sus raíces en esa inefable experiencia a la que se asigna el nombre de ”estética”.

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Vista de Delft

La estética, pues, es motivada por nuestra necesidad de llevar una vida estimulante. Relacionada con la necesidad de explorar y jugar, la estética es una parte integral de lo que estos procesos pretenden lograr: no sólo los resultados prácticos de ciertos objetivos premeditados, sino los deleites de la exploración. La estética es inherente a nuestra necesidad de dar sentido a la experiencia. La estética no es dominio exclusivo de las artes, sino que está presente en toda actividad humana formativa. Lo que nos resulta satisfactorio en el arte y en la ciencia es función de la coherencia que poseen las cosas que hacemos. La creación de coherencia es una meta fundamental tanto en el arte como en la ciencia.

La sensación de corrección o justeza que un científico o un artista experimenta en el curso de su trabajo es crucial para la calidad de la obra final.

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Mujer sujetando una balanza

“La mayoría de la gente cree que nos científicos investigan para conocer. La verdad es exactamente lo contrario, los científicos conocen a efectos de investigar.”- A. N. Whitehead.

Según esto, los científicos se dedican a su trabajo llevados por motivos estéticos y no epistemológicos. El placer de investigar es la motivación que impulsa su trabajo.

Los científicos, como los artistas, formulan nuevas y enigmáticas preguntas con el fin de disfrutar de la experiencia de crear respuestas para ellas.

Resumiendo, podemos decir que entre ciencia y arte existen claras similitudes:

  • Todas las cosas hechas, ya sea en el arte o en la ciencia poseen una forma. Cuando están bien hechas, estas formas tienen propiedades estéticas que pueden crear determinadas cualidades de vida en el sujeto que tiene competencias para percibirlas.
  • La forma no es un mero atributo o condición de las cosas hechas; es un proceso a través del cual las cosas se hacen y que para conocerlo el realizador debe ser activo e inteligente.
  • La motivación más profunda de la actividad productiva suele provenir en ambos casos, arte y ciencias, de la calidad de vida que el proceso de creación hace posible. Esta gratificación se relaciona con los estímulos obtenidos en el proceso y con las satisfacciones estéticas provenientes de los juicios emitidos sobre las formas resultantes.

He aquí la visión de sir Herbert Read que sostenía que el objetivo de la sociedad era crear artistas:

“La educación consiste en fomentar el crecimiento , pero fuera de la maduración física, el crecimiento solo se pone de manifiesto en la expresión: en signos y símbolos audibles o visibles. La educación, por consiguiente, puede definirse como el cultivo de modos de expresión; es enseñar a niños y adultos a hacer sonidos, imágenes, movimientos, herramientas y utensilios. Un hombre que sabe hacer bien esas cosas es un hombre educado. Si sabe hacer buenos sonidos es un buen orador, un buen músico, un buen poeta; si sabe hacer buenas imágenes es un buen pintor o escultor; si sabe hacer buenos movimientos es un buen bailarín u operario; si hace buenas herramientas es un buen artesano. Todas la facultades, las del pensamiento, la lógica, la memoria, la sensibilidad y el intelecto, intervienen en esos procesos, y ningún aspecto de la educación se halla incluido en ellos. Todos ellos son procesos que incluyen el arte, porque el arte no es sino la buena producción de sonidos, imágenes, etc. El objetivo de la educación, por tanto es la creación de artistas: de personas eficientes en los diversos modos de expresión.”

LOGO-ArtivacionAutora: Eva Martínez Olalla – Artista, ingeniera y fundadora de ARTivación 

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Eva Martínez Olalla

Bibliografía: “La escuela que necesitamos” y “El arte y la creación de la mente”-E. Eisner

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